DIEZ «CONSEJOS» PARA HACER DE TU HIJO UN «DESGRACIADO»

PRESENTACIÓN

Créanme si les digo que muchas veces lo más difícil de un post es elegir el título. Por un lado tiene que resumir el contenido del post y, por otro lado, tiene que ser corto, claro, directo y, por qué no, atractivo.

Inicialmente tenía previsto titular este post «No reconozco a mi hijo…» –cuando lean el post entenderán por qué–; sin embargo tengo la impresión de que a buen seguro más de uno de ustedes habría pensado que se trataba un post sobre el reconocimiento o la impugnación de la paternidad.

Luego consulté con María, editora de este blog, a quien pareció «muy fuerte» el título que finalmente he puesto al post. Lo cierto es que me hizo dudar y por un momento pensé en titularlo «10 cosas que no debe hacer si quiere que sus hijos crezcan sanos y felices», pero no me convencía, es más, me sonaba a post escrito por un pediatra o un psicólogo infantil y no por un abogado de familia.

Por lo que, al final, siguiendo el ejemplo de mi admirado D. Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, que en su día hizo un vídeo titulado «10 consejos para convertir a tu hijo en un delincuente» –puede verlo pinchando aquí–, he decidido titular este post «DIEZ CONSEJOS PARA HACER DE TU HIJO UN DESGRACIADO».

Para que nadie se confunda quiero dejar claro que el título está escrito en tono irónico o, como diría mi hija, sarcástico –no sé por qué, pero le gusta mucho esa palabra–, y los «consejos» también.

Así mismo, también quiero dejar claro que voy a usar los términos «progenitor» o «progenitores» de forma genérica, referido tanto a los padres como a las madres, y lo voy a hacer así para que nadie se dé por aludido o excluido, ya que estos «errores y horrores» los cometen tanto hombres como mujeres.

Con este post no pretendo que mis apreciados lectores sigan estos «consejos», lo que pretendo es que si algún padre o madre divorciado –o que se vaya a divorciar– lee este post, reaccione y no cometa los mismos «errores y horrores» que, como abogado de familia, llevo viendo cometer desde hace más de 15 años.

Este post ha surgido, como la mayoría de los que escribo, desde una profunda reflexión y una detenida observación.

Si este post sirve para que siquiera un niño/a no tenga que pasar por estas situaciones, me daré por satisfecho, aunque alguien ponga el grito en el cielo y me ponga a «parir», que de todo hay.

ANTECEDENTES

Como ya muchos de ustedes saben, mis queridos lectores, empecé a ejercer como abogado de familia en enero del año 2003. Los niños de los casos que llevé entre los años 2003 y 2010 actualmente son adolescentes o preadolescentes y, cuando hablo con sus padres y madres, una expresión que se repite con mucha frecuencia es «No reconozco a mi hijo…» –de aquí venía lo del primer título–.

Muchos padres y madres que lucharon en su día por la custodia exclusiva o compartida hoy en día renunciarían gustosamente a ella. Por decirlo claro, ¡están hartos de sus hijos! Pero, señores, señoras, papás, mamás, no nos engañemos: con lo que muchos de esos niños han visto y vivido no es de sorprender que hoy sean como son, es más, siento decirlo, esos niños son consecuencia de los actos de sus progenitores. Como diría mi madre «Lo que se siembra se recoge…» o, como diría mi hija, «Eso es el karma».

Lo grave es que muchos de estos niños acaban teniendo que pasar por psicólogos, unidades de salud mental infanto-juvenil o, en el peor de los casos, internados en centros de protección de menores con trastornos de conducta y en situación de dificultad social porque los padres son incapaces de hacerse con ellos.

Llegados a este punto, como dicen en los aviones, «abróchense los cinturones» porque vamos a empezar:

1.º NUNCA SE PONGA DE ACUERDO CON SU EX EN NADA

He visto muchos casos en los que, tras un divorcio, uno de los progenitores ha propuesto al otro que los niños tuvieran rutinas similares en ambas casas, en el domicilio paterno y materno. Por ejemplo, que en ambas casas los niños se fueran a la cama a las 22:00 horas.

Pues bien, basta que a un progenitor se le ocurra proponer esto para que el otro haga justo lo contrario.

Seguramente el progenitor, llamémoslo «díscolo», pensará que con esto demuestra que es él quien manda y que, por supuesto, nadie le dice lo que tiene que hacer en su casa. Sin embargo, con esta actitud lo que demuestra es que sus hijos no le importan nada, y lo que consigue es que esa falta de acuerdo entre los progenitores acabe perjudicando a los hijos.

2.º HAGA TODO LO QUE PUEDA A ESPALDAS DE SU EX Y NO LE INFORME DE NADA

Lamentablemente esta es otra de las cosas que se ven a diario en un despacho especializado en Derecho de Familia, progenitores que no informan de nada al otro progenitor –tratamientos médicos, vacunas, enfermedades, evolución escolar, etc.–, incluso que llegan a bautizar al hijo sin informar de ello al padre o a la madre.

Sinceramente no sé qué mente enferma puede llegar a pensar que esto es beneficioso para los hijos, pero les aseguro que no lo es.

3.º HÁBLELE MAL A SU HIJO DEL OTRO PROGENITOR Y DE TODA SU FAMILIA

Esto es típico de muchos progenitores que, continuamente, les hablan mal a los hijos de su padre o madre y de la familia paterna o materna y que no respetan ni a los difuntos, sí, sí, ni a los muertos, aunque les parezca increíble.

A los que hacen esto simplemente les haría una pregunta, ¿cómo se sentirían ustedes si alguien les hablara mal de su padre o de su madre? Pues exactamente igual se sienten sus hijos.

Si ambos progenitores hacen lo mismo, lo más normal es que los niños crezcan pensando que su padre es un monstruo y su madre una bruja, lo cual les dará mucha seguridad –acuérdense, por favor, del tono irónico o sarcástico que estoy empleando en estos «consejos»–.

4.º ENSEÑE A SU HIJO A MENTIR

Sí, sí, esto también es un clásico.

Primero enseñe a sus hijos a mentirle al otro progenitor. Luego, cuando tengan que ir al gabinete psicosocial o a una exploración judicial, léales bien la cartilla, dígales lo que tienen que decir y, sobre todo, que mientan, cuanto más mejor, así usted podrá conseguir sus objetivos, engañar a la justicia y salirse con la suya.

El problema de esto es que al final los niños acaban pensando que lo normal es mentir y que en la vida todo vale; pero no olvide una cosa, sus hijos se convertirán en unos mentirosos patológicos y usted en una víctima de sus mentiras.

5.º AMENACE A SU HIJO, CHANTAJÉELO O MANIPÚLELO

Ya sabemos que «Los borrachos y los niños dicen siempre la verdad». Pues bien, si su hijo es de esos que no miente aunque usted se lo pida, amenácelo; por ejemplo dígale «Si no haces o dices… no me vas a ver nunca más el pelo», o si prefiere algo más sutil «Cuando no estás conmigo, sufro mucho», «Si haces o dices… me quito la vida». Seguro que estas frases le parecen exageradas. Pues siento decirle que me las han contado clientes e hijos de clientes, son reales y más frecuentes de lo que nos podemos imaginar.

Algunas de estas frases me las han contado progenitores después de que su hijo haya pasado por el gabinete psicosocial o una exploración judicial y haya dicho todo lo contrario de lo que llevaba meses diciendo.

¿Alguien en su sano juicio puede pensar que este nivel de presión puede ser beneficioso para un niño? Yo no.

6.º NO CUMPLA EL RÉGIMEN DE VISITAS NI NINGUNA RESOLUCIÓN JUDICIAL

Lamentablemente éste también es típico y, como con la ley que tenemos sale «gratis», cada día está más en auge.

Si usted no quiere que sus hijos se relacionen con el otro progenitor, no cumpla el régimen de visitas, así sus hijos verán que quien manda es usted, no el señor o señora que firma las sentencias –el juez–.

Es más, si para incumplir el régimen de visitas es necesario dejar de llevar a los niños al colegio, no los lleve –de un caso de éstos les hablé en la noticia «Condenada por un delito de abandono de familia» recientemente publicada en este mismo espacio virtual­–.

Eso sí, con esto ocurre lo mismo que con las mentiras, más pronto que tarde sus hijos no le obedecerán ni a usted, ya que cuando a un niño se le enseña a no respetar a nada ni a nadie, acaba no respetando a nada ni a nadie.

7.º HAGA PARTÍCIPE A SU HIJO DE TODOS SUS PROBLEMAS CON SU EX

Es curioso, pero hay progenitores que deben pensar que con sus hijos tienen que compartir todo y, cuando tienen un pleito con su ex, les dan hasta la demanda para que la lean detenidamente. Por lo tanto, cuando tenga un pleito con su ex, dele a su hijo la demanda y cualquier otro documento para que su hijo lo lea detenidamente.

He visto niños a partir de 5 ó 6 años que sabían con pelos y señales el contenido de demandas y contestaciones a la demanda de sus padres, que conocían todos los detalles de los pleitos que tenían sus progenitores.

¿Tiene esto algún sentido? ¿Beneficia en algo al niño? Coincidiremos todos en que la respuesta es tajante: NO.

Además, se da la circunstancia de que los progenitores que hacen esto suelen ser manipuladores natos, porque no enseñan todo al niño, sólo aquellas partes que les interesa o conviene; tome nota para «hacerlo bien».

8.º SI SU HIJO CON 8 Ó 9 AÑOS LE PIDE UN MÓVIL, CÓMPRESELO INMEDIATAMENTE, HAGA LO MISMO CON TODO

Mi primer móvil lo tuve a los 29 años y no me pasó nada –ya sé que algunos dirán que cuando yo tenía 8 ó 9 años no existían los móviles; lo siento, pero no me sirve el argumento–. Ahora, si con 8 ó 9 años un niño no tiene móvil, parece que le va a ocurrir una tragedia, ¿estamos tontos?

Si su hijo con 8 ó 9 años le pide un móvil, cómpreselo; si se opone el otro progenitor cómprele un Iphone –ya sabe, si no quieres taza, taza y media–.

Haciendo esto demostrará que quien manda es usted, que el otro progenitor no pinta nada y, además, su hijo pensará que usted es muy «molón» y el otro progenitor un «triste».

La policía y los expertos repiten una y otra vez que hasta los 14 años mejor que los niños no tengan móvil, pero ¿para qué hacerles caso? ¡Qué sabrán ellos…!

Pues bien, cuando surjan los problemas con el móvil a ver quién es el guapo que se lo quita al niño.

Por si les sirve de algo, cada día los móviles a temprana edad están dando más problemas, tanto en forma de adicción –antes los niños pasaban horas frente a la televisión y ahora frente al móvil– como en forma de consecuencias por un mal uso.

Igual que hace con el móvil, haga con todo lo demás. Cómprele a su hijo todo lo que pida, eso sí, prepárese para el día que le pida la luna y no se la pueda comprar.

9.º NO PONGA LÍMITES A SU HIJO

No le ponga ningún límite a su hijo, déjele que haga lo que se le antoje y, sobre todo, no le obligue a hacer nada, no sea que le cause algún trauma.

Cuando digo que no le obligue a hacer nada me refiero a cosas básicas para su desarrollo personal como ducharse todos los días, lavarse los dientes, recoger la habitación, estudiar, etc.

Procure que sea el otro progenitor el que haga el trabajo «sucio», así su hijo pensará que usted es buenísimo/a y el otro progenitor el malo de la película.

10.º PÓNGASE DE SU PARTE EN CUALQUIER CONFLICTO QUE TENGA CON EL OTRO PROGENITOR

Y, por último, cuando el otro progenitor corrija, riña o, simplemente, trate de educar a su hijo, usted póngase siempre del lado de su hijo, haya hecho la barrabasada que haya hecho, apóyelo incondicionalmente, que su hijo se sienta protegido y, por supuesto, aproveche la ocasión para criticar y desautorizar a su ex.

«Ves, hijo, qué malo que es tu padre/madre, que te quería castigar por suspender todas las asignaturas. Ya ves, siempre ha sido así, muy agresivo/a…»

Si esto no le parece suficiente, aproveche cualquier excusa para denunciar a su ex. Por ejemplo, si su ex controla el WhatsApp o las redes sociales de su hijo, denúncielo; si le da un cachete, también.

Seguramente ocurrirá que un día será usted quien querrá corregir o reprender a su hijo y ese día será demasiado tarde. Además, como su hijo se habrá aprendido lo de las denuncias, probablemente le toque a usted tomar de su propia medicina.

REFLEXIONES PERSONALES

Hasta aquí mis consejos irónico/sarcásticos. Ahora, fuera la ironía y el sarcasmo, pongámonos serios.

Cuando empecé a ejercer como abogado de familia –como les dije, en enero del año 2003–, no sabía, ni tan siquiera imaginaba, las consecuencias que estas conductas podían traer.

Quince años después les puedo decir que ya he visto despeñarse a muchos niños, niños que tenían un futuro prometedor por delante, a los que, sin embargo, les han diagnosticado todo tipo de trastornos de conducta, niños con los que sus padres ya no pueden, niños que han ido rebotando de un progenitor a otro, hasta acabar en centros de protección de menores…

Sí, sí, señores y señoras, lo que empieza siendo un juego o un pulso a ver quién puede más, suele acabar muy mal.

Que nadie piense que los niños de los que les hablo son de familias sin recursos o de barrios marginales. Hablo de hijos de padres y madres de toda clase y condición, ricos y pobres, con estudios y sin estudios, profesionales liberales y funcionarios, etc.

Conozco madres que se han tenido que ir de su casa porque su hijo con 17 ó 18 años les pegaba –no han querido denunciarlos y han optado por ser ellas las que salieran de casa–. Conozco niños que, asqueados, se han alejado de sus padres, de los dos…

Con frecuencia me toca leer informes que me ponen los pelos de punta –y eso que soy calvo–, informes que evidencian el fracaso de todos, no solo de los padres y madres, si no de todo un sistema que, en «Interés del Menor», les arruina la vida a muchos niños.

Soy abogado de familia y, sin embargo, si pudiera les diría que cuando su relación termine, no se acerquen a un juzgado de familia, siéntense a dialogar, olvídense de lo que haya podido pasar entre ustedes y, por favor,  piensen en sus hijos.

En el momento que crucen el umbral de un juzgado de familia habrán llegado a un punto de no retorno, en el que los abogados, fiscales, jueces, psicólogos y demás profesionales que intervienen, lejos de solucionar sus problemas, probablemente los empeoren. Y no porque todos ellos lo hagan mal, basta con que lo haga mal uno para que todo se vaya al traste.

Lamentablemente es muy difícil encontrar un caso en el que todos los profesionales que intervienen hagan bien su trabajo.

MIS CONSEJOS DE VERDAD

Como lo que me importa realmente son los niños –para mí son mis verdaderos «clientes»–, les diré que, a la hora de educar, estén los progenitores juntos o separados, es importante la «unidad de mando», es decir, que uno no diga «a» y otro diga «b», que haya normas, criterios, límites claros a los que los niños puedan atenerse.

Por favor, dialoguen; a la hora de educar sean uno; no desautoricen a su ex pareja cuando trate de educar –si se equivoca, dígaselo en privado, pero no intente sacar tajada de eso–. A la vez que escribo esto pienso «menudo sermón que les estás dando, qué paternalista te está quedando, no te van a hacer ni puñetero caso», pero bueno, ahí queda.

Tengan presente una cosa: todos los niños –estén los padres divorciados o no– van a su bola, a lo suyo, son unos egoístas, pero cuando los padres están divorciados, además, suelen ser manipuladores. He visto niños muy pequeños que han manipulado a ambos progenitores, todo ello con tal de salirse con la suya.

Sinceramente, no hace falta que hablen bien a sus hijos de su ex, pero, por favor, tampoco les hablen mal.

A los hijos hay que quererlos incondicionalmente, pero no a cualquier precio. Algo que observo en padres y madres divorciados es que, por miedo a «perder» a sus hijos y que decidan irse con el otro progenitor, les consienten todo, tragan con todo; sin embargo, les puedo asegurar que a la larga es un error, al final los hijos no se quedan ni con uno ni con otro.

Si han llegado hasta aquí, a pesar del título –que, como dice María, es muy fuerte–, GRACIAS.

Si alguno de ustedes, leyendo este post, se ha sentido incómodo, piense qué cosas puede hacer mejor o qué cosas puede hacer de otra manera. Personalmente creo que siempre estamos a tiempo de hacerlo mejor, nunca es tarde, por eso les animo a intentarlo.

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20/01/2018

Felipe Mateo

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Escrito por Felipe Mateo

Abogado especializado en derecho de familia por vocación y en derecho penal por obligación ya que, ante la creciente criminalización de las relaciones familiares, cada día se hace más necesario que un abogado de familia tenga conocimientos en materia penal.

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EL ESCÁNDALO DE LAS DENUNCIAS FALSAS

http://blogs.elconfidencial.com/economia/apuntes-de-enerconomia/2015-01-20/el-escandalo-de-las-denuncias-falsas_624185/

El escándalo de las denuncias falsas

Lloró mucha gente de alegría cuando leyó el artículo la víspera de Nochebuena. Fueron sus únicos Reyes Magos en muchos años. Después de tanto tiempo de dolor y sufrimiento en soledad comprobaron que no eran los únicos, que no estaban solos en el martirio, que son legión los represaliados, aquellos a los que han arrebatado sus Derechos Humanos más básicos.

Solo por eso mereció la pena publicarlo, aunque la bicha acabe mordiendo y el veneno sea trágico. Cuando la justicia agoniza solo quedan los medios. Veremos durante cuánto tiempo. ¿Regresará la tan española tradición del exilio?

Miles de españoles inocentes sufren cada año arrestos indiscriminados, tortura y prisión a causa de la perversión judicial y legal vigente.

Son condenados mediante juicio sumario, mediante recursos que ni siquiera se estudian, que tan solo refrendan las animaladas perpetradas en primera instancia, sin garantía judicial alguna. Juicios donde el infortunado entra con la presunción de culpabilidad colgada al cuello y sale culpable y con cepo. No ha tenido defensa. ¿Para qué perder el tiempo con gente inocente cuando los prejuicios imperan?

Los Derechos Humanos han sido abolidos en España para una parte importante de la población. La ley abyecta que ha vuelto a implantar la Inquisición después de dos siglos los ha cancelado. Demasiados jueces la aplican con saña criminal. ¿Por qué? Habrá que investigarlo.

Muchas denuncias falsas se convierten así en condenas ciertas. ¿Cuántas son? No se sabe a ciencia cierta ni falsa. Investíguese. ¿Acaso hay miedo en mostrar a la sociedad la mayor vergüenza de esta democracia cobarde que pugna por destruirse ella sola?

Los Derechos Humanos han sido abolidos en España para una parte importante de la población. La ley abyecta que ha vuelto a implantar la Inquisición después de dos siglos los ha canceladoEl motivo aparente es el maltrato psicológico, discutir con la pareja (o ex) aunque no lo oigan los vecinos ni haya rastro ni pruebas. Está penado con la cárcel en España. Hasta ese punto ha llegado elbuenismo perverso, la locura de un sistema criminal que creíamos finiquitado siglos atrás, que encarcela de manera indiscriminada a sus propios ciudadanos.

Basta una denuncia falsa, unas cuantas actuaciones irregulares por parte de demasiados jueces y fiscales entusiastas, promovidas por abogados desalmados y psicólogos ideologizados, y al talego el reo.

Dice el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que las denuncias falsas no llegan al 0,01% de los casos. Son aquellas que el mismo denunciante acaba reconociendo como tales y las que informan jueces y fiscales. Suena a chiste el dato. Es falso por necesidad y lógica.

Como todas las denuncias son automáticamente verdaderas al no existir la presunción de inocencia, la simple acusación es siempre veraz y el reo es pateado sin poder rechistar. Ningún juez o fiscal va a informar jamás acerca de sus propias tropelías.

Los garantes de vigilar un juego limpio, los observatorios encargados, no se toman la molestia de observar nada. Mucho menos de investigar la magnitud del drama. Clausúrense. Ábranse otros nuevos limpios de polvo y paja.

¿Cuál es la dimensión real de la tragedia? Según diversas fuentes, de una población reclusa de 61.682 en 2013, los encarcelados por violencia de género podrían llegar a ser un 15%, unos 10.000. El INE solo informó de 3.930. Tal dato levanta suspicacias.

Es imposible extrapolar la proporción de inocentes encarcelados. Podrían superar fácilmente los 5.000, si no más. Si a eso añadimos los que no han entrado en prisión al tener penas de menos de dos años, la cifra de condenas injustas al año sería de varias decenas de miles.

Tales magnitudes asombrosas merecen una investigación en profundidad, rigurosa, independiente y seria. Cualquiera que conozca los entresijos del sistema sabe que las denuncias falsas y los inocentes encarcelados se cuentan por millares cada año.

No hay más que hablar con abogados o jueces decentes, o escuchar a los infortunados que están deseando contar a un país autista e inconsciente su sórdida y dramática historia, aportando sentencias disparatadas, información y datos. ¿Cuántas son? No se sabe. El trabajo pendiente es ingente.

Es imposible extrapolar la proporción de inocentes encarcelados. Podrían superar fácilmente los 5.000, si no más. A eso hay que añadir los que no han entrado en prisión al tener penas de menos de dos añosLos organismos supuestamente encargados de luchar contra la violencia de género son los primeros interesados en no informar de la verdad a causa de la corrección política y el miedo mediático, fomentándola con su pasividad, su integrismo y los datos erróneos proporcionados.

La justicia, como institución, no tiene intención alguna de ponerse en evidencia dando facilidades. Corporativismo obliga. Ha traicionado al pueblo. Se niega a investigar el asunto y mucho menos darlo a conocer. Reitera burdas mentiras. Cada día los mismos “errores”. ¿Miedo? ¿Prejuicios? ¿Dinero? ¿Por qué?

Habrá que ayudarla desde fuera. ¡Que medios y televisiones se armen de valor! ¡Que se dignifiquen de una vez! ¡Que clamen contra la injusticia y la tristeza! ¡Que pongan cara a los humillados! ¡Que contribuyan a rehabilitar a los damnificados! ¡Que defiendan los Derechos Humanos!

En Andalucía lo denominan el negocio de la “igualdá”, con sorna, a causa de la lluvia de subvenciones desparramadas para todos menos para las víctimas. Convertirá en asunto menor el escándalo de los ERE. En el más atroz contubernio al jugar con la libertad y el sufrimiento de sus propios ciudadanos. Denúnciese.

Este Gobierno está obligado a desactivar las leyes fascistas que hace diez años aprobaron sus Señorías, quiero creer que por ignorancia la mayoría. Me gustaría pensar que lo hicieron sin una reflexión seria, obligados por la disciplina de partido ocasionada por el miedo y el qué dirán. Por no ser suficientemente “progresistas” ni tener buen rollo. Bien se la colaron.

España es el país de Europa con la mayor población reclusa por habitante. Están todos dentro menos los que tienen que estar. Es causa mayor el maremágnum legal y las leyes farragosas de pésima calidad con las que cuenta.

Cosa que contamina a los que tienen la obligación de aplicarlas, colapsando de manera absurda los juzgados, dejando en la calle a los verdaderos chorizos que nos han arruinado, mientras su aclamada ineficacia atrae criminales de fuera. Es necesario regenerar de manera urgente la justicia, a pesar de ella.

El Gobierno está preparando una ley de custodia compartida. Que se dé prisa. Que sea retroactiva. Que repare injusticias cometidas, chantajes y coacciones vilmente perpetrados.

No servirá para nada. Muchas custodias compartidas son automáticamente anuladas a causa de las denuncias falsas que llegan a continuación, aplicando la ley genocida vigente, con el fin de poner en evidencia a los jueces decentes que, haberlos haylos, aunque sean minoría. Háganse oír. Se necesita su colaboración, que se armen de valor. Hacen lo que pueden. No es suficiente.

España es el país de Europa con la mayor población reclusa por habitante. Están todos dentro menos los que tienen que estarTal ley en proyecto no será de ninguna efectividad si no se soluciona de manera paralela el escándalo de las denuncias falsas, si no se deroga la fatídica ley inquisitorial en criminal vigor que convierte asuntos de derecho civil, como un simple divorcio, en cuestiones de derecho penal, saturando los juzgados y enviando inocentes a prisión, mientras los abogados codiciosos hacen cumplida caja.

¿Por qué no devolver la dignidad a tantos padres y niños maltratados por la justicia? ¿Por qué produce terror pretender arreglar tantas tragedias?

¿A quién le causa pavor encargar una investigación independiente y rigurosa, revisar las actuaciones judiciales caso por caso supervisadas por observadores internacionales cualificados, rehabilitar a tantos miles de condenados de manera injusta, excarcelar inocentes que continúan en prisión, volver a hacer felices a tanto niño manipulado y entristecido que crece sin el calor y la compañía de su padre?

Y, no menos importante, devolver la arrebatada dignidad a estos últimos, dejando de envilecer a la otra mitad de la población.

Que la comunidad internacional sea consciente: se cumple el décimo aniversario del restablecimiento de la Inquisición en España. El Tribunal Constitucional continúa como su garante más fiel al haber denegado más de doscientos recursos de inconstitucionalidad contra tal ley criminal. La macabra institución secular ha regresado al corazón de Europa.

Si la justicia española no es capaz de regenerarse por sí sola, la ciudadanía, como poder soberano, la obligará a la fuerza. Los medios tienen el deber de denunciarlo, garantizando así su propio futuro y los Derechos Humanos de TODOS los ciudadanos. Realícese tal investigación. ¿Dónde está Europa?

 

TESTIMONIO DE UN NIÑO ALIENADO

José Manuel Aguilar Cuenca

Psicólogo Clínico y Forense

www.jmaguilar.com

 En el año 2005 publiqué «Con mamá y con papá», el primer libro que exponía de forma monográfica, desde un punto de vista profesional y con un lenguaje para el gran público, la investigación internacional que apoyaba la custodia compartida. Desde aquella época he recibido todo tipo de insultos, amenazas y acusaciones, en la misma línea de las que ya venía recibiendo desde un año antes por la publicación de «Síndrome de Alienación Parental». Las más furibundas siempre han venido desde los grupos de ideología feminista radical, que han secuestrado el discurso del feminismo histórico y de los partidos de izquierdas, vacíos de contenido desde que la caída del muro de Berlín les desnudó ideológicamente, mientras que las más incomprensibles nacieron en la boca de mis propios compañeros de profesión, impermeables al conocimiento científico que desde multitud de rincones del planeta les ofrecía los datos de los que hablaba en mis libros y actos públicos.

Sindrome de Alienación ParentalEsto, que nunca me ha importado gran cosa y me ha ofrecido momentos impagables de asombro y diversión ante los peregrinos argumentos elaborados por mis compañeros psicólogos o letrados para rechazar los datos que ofrecía la investigación técnica, ha cambiado en los dos últimos años, con la asunción del Tribunal Supremo de España de los principales argumentos que apoyan a la custodia compartida como sistema de custodia preferente en un divorcio, argumentos que, por otro lado, ya se podían leer en aquel libro ocho años atrás y en la investigación científica décadas antes. La consecuencia inmediata ha sido escuchar a los antiguos colegas que se oponían a la custodia compartida y que, salvo confusión u obligación imponderable, no habían propuesto ese régimen en su quehacer diario, hablar públicamente de las bondades de tal sistema tras el divorcio, defendiendo su militancia «de toda la vida» en dicha opinión. Esta actitud tiene el peligro de olvidar que los ciudadanos tiene memoria y que, si en una conferencia pública tú afirmas algo contrario a tu propia historia profesional, puedes encontrarte entre el público a gente que te recuerde que eso es mentira y que a ellos hace tiempo les negaste lo que ahora dices defender desde siempre. Esto ocurrió recientemente en una conferencia en donde estuve presente, lo que permitió comprobar una vez más la exquisita educación que gastan los usuarios padres y madres y la caradura a prueba de realidad de algunos chaquetas nuevas de la custodia compartida, antiguos líderes camisas viejas del régimen en vías de extinción.

LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

El caso de la manipulación de los niños en los procesos de divorcio, ese problema relacional que hemos dado en llamar Síndrome de Alienación Parental, va a tener semejante devenir. Y esto no será por el cada vez mayor apoyo que dan los frecuentes casos, de la realidad a la que nos enfrentamos todos los que trabajamos en este campo en nuestro quehacer diario, con ejemplos palmarios o, como dicen los propios afectados, “de libro”, sino por un hecho imponderable, ajeno y mucho más poderoso de lo que jamás una ideología y el sistema construido a su alrededor para su sostenimiento artificial alcanzará a ser: «el paso del tiempo». Si en el caso de la custodia compartida el paso del tiempo ha provocado que España fuera un anacronismo en el entorno social, cultural y jurídico europeo, en el caso de lo que nos ocupa el paso del tiempo implica que aquellos niños que fueron educados para odiar y rechazar sin justificación a su madre o su padre se conviertan en adultos. Y esos adultos, autónomos y con necesidad y deseo de conocer y sanar, acuden a tu consulta.

EL TESTIMONIO DE UN NIÑO ALIENADO

Niño alienado Luis, como así llamaremos a este niño alienado, va camino de los veinte años. Sus padres se divorciaron cuando contaba ocho. Durante los primeros seis meses no pudo ver a su madre y, desde que se dictó sentencia por parte del juzgado, la estuvo viendo en un Punto de Encuentro Familiar (PEF), supervisado por profesionales. Esto duró unos años porque cuando llegó a la adolescencia declaró en una entrevista ante el Equipo Psicosocial del Juzgado que no quería volver a verla. Los miembros del equipo advirtieron en su informe la alienación (sic) que el niño estaba sufriendo, pero recomendaron una de las estrategias que hemos repetido que fracasan y ayudan a consolidar el mal que estamos intentando paliar: acudir a terapia. Como la literatura especializada nos adelanta la medida inevitablemente fracasó y el menor rompió su relación con su madre durante casi cuatro años. Ya en la Universidad, aquel «niño» inició tibios acercamientos hacia ella, a espaldas de su padre alienador. Fue entonces cuando la madre acudió a pedir ayuda a nuestra consulta, recibiendo indicaciones para gestionar esa relación. Tras un año de contactos fue el «niño», ya cercano a la veintena, el que pidió venir, cargado de preguntas.

LA NUBE DE CONFUSIÓN

«De todo tengo un recuerdo confuso. Lo que recordaba de mi madre se solapaba con lo que me decía mi padre. Recuerdo una nube de confusión». La nube de confusión explica en estos niños la dificultad que tienen en la infancia de discriminar lo que ellos conocen, aquello de lo que tienen recuerdo, y lo que les dicen que ocurrió o cómo les aleccionan para que su recuerdo sea valorado de la forma que desea el alienador.

Esta presión psicológica es tan poderosa que alcanza a la propia y directa experiencia del sujeto, obligándoles a ponerla en entredicho y alterándola. Con el paso del tiempo y las distintas acciones de manipulación los recuerdos, las experiencias y emociones que de ellos se derivan pierden los límites, fusionándose y provocando una sustitución como reacción: modifican sus recuerdos por las sensaciones y emociones que les provocaron. Independientemente de encontrarnos en un proceso de alienación parental, en términos generales nuestra memoria funciona de ese modo. Los detalles de lo que ocurrió se van perdiendo, pero la emoción que desprende la experiencia perdura, impregnando el recuerdo y siendo el principal material que rememoramos. En los niños alienados esa sustitución se produce eliminando la emoción legítima e imponiendo una acorde a los deseos del alienador.

ELIMINACIÓN DE LA DISONANCIA COGNITIVA

Niños alienadosUna persona siente disonancia cognitiva cuando percibe a la vez dos pensamientos que entran en conflicto, al ser dos cogniciones incompatibles. Esto provoca malestar y motiva al individuo a generar ideas nuevas que permitan cohabitar a las ideas incompatibles, encajándolas de algún modo, con lo que logra reducir la tensión al conseguir cierta coherencia interna. Si hace notar a su amigo que fuma demasiado —al escucharlo jadear tras subir una escalera—, consciente de que es cierto lo que dice, la disonancia cognitiva le motivará para contestarle que está pensando en dejarlo muy pronto o que realmente él fuma muy poco, en comparación con otra gente que conoce.

En los niños alienados no se produce disonancia y, de producirse, dura poco tiempo. «Los nuevos recuerdos prestados por mi padre tapaban los otros que yo tenía con mi madre». De esta forma el malestar acaba pronto. Sin embargo, a poco que la presión disminuya la disonancia brotará de nuevo. El proceso de presión psicológica no borra, reprime. Así, cuando la represión baja su nivel la disonancia tiene la oportunidad de volver a presentarse y llevar a cabo su trabajo.

LA AMENAZA COMO FORMA DE CONTROL

«Lo peor que me enseñó mi padre es que nuestra relación se podía acabar en cualquier momento». El control que el alienador practica con el niño no tiene por qué ser expreso, ni estar explícito en su discurso. Las estrategias de control más efectivas son aquellas que no están claramente expuestas. En una película, una sombra que cruza un umbral, tapando la luz por un instante, o el movimiento de una cortina en mitad de la noche nos puede generar mucho más miedo que la visión del asesino con el puñal en la mano. De igual forma, la posibilidad implícita de que si eres «infiel a los deseos del alienador para que rechaces al otro progenitor vas a perderle» a él mismo es suficiente. El niño depende en todo de su alienador. Es una amenaza a su propia supervivencia física lo que se está jugando, de ahí su potencia como estrategia de control. El mensaje es que el plato de comida, el vestido o el beso de buenas noches puede estar en peligro y, para un niño, eso es «todo» su mundo.

LAS ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA

«Me descubrí contándole a mi padre mentiras. No le decía que me lo pasaba bien con mi madre cuando la veía en el PEF. Al volver le contaba lo que quería oír para que me dejara tranquilo». Desde muy pequeños los niños leen la tensión, son capaces de percibir el deseo que tiene el adulto que les interroga y lo satisfacen con tal de protegerse si perciben que no son libres de contar la realidad. Esto incluye mentir o, mejor dicho y considerando la situación en la que nos encontramos, relatar una versión acorde con lo que quiere oír el alienador. Por supuesto, todo episodio que vaya en contra de la realidad que «debe ser», según los criterios impuestos por el alienador, será convenientemente modificada por el niño, ajustándola a los deseos de aquel.

Lo anterior tiene un severo riesgo en el futuro para el menor puesto que puede elegir establecer esta estrategia como manera de relacionarse con los demás. En el ejemplo que nos ocupa no ocurrió así, Luis no generalizó este comportamiento a las relaciones con sus amigos o sus parejas, pero otros «niños» sí lo hacen. Aprenden desde pequeñitos que las sentencias judiciales pueden incumplirse y que apenas ocurre nada, aprenden a manipular, torcer la realidad o directamente mentir y que esas conductas tienen una fuerte recompensa. La inmediata: la reducción de la ansiedad. A largo plazo: conseguir objetivos personales que a ellos les motiva, bien emocionales – sentirse querido o aceptado- o materiales – una videoconsola.

Llegados a la adolescencia y primera juventud puede elegir extender esta forma de relacionarse que ha venido dominando el área familiar a otras áreas: laboral, social, de pareja, etc. De esta suerte, una nueva generación de maltratadores se presenta al mundo, apoyados en su aprendizaje vital para establecer estrategias de control en sus relaciones con los demás.

TENGO MIEDO DE SU REACCIÓN

SAPLuis tiene casi veinte años, pero no deja de ser un niño de ocho cuando hablamos de cómo comunicarle a su padre que quiere ver a su madre. «Temo su reacción. La que me va a montar. No sé si voy a ser capaz de aguantarlo». El miedo no abandona al «niño», aún cuando hace muchos años que dejó esa etapa vital. Le acompaña en su juventud y perdura en la edad adulta. Da lo mismo que uno tenga independencia económica, formación y amplia experiencia vital. «Parece mentira que con la edad que tiene, el puesto de responsabilidad que ocupa, el dinero que gana y lo lista que todo el mundo dice que es sea incapaz de enfrentarse a su madre» me comentó un padre, hablando de su hija de casi cuarenta años, una directora de una multinacional que se echaba a temblar si tenía que decirle a su madre que iba a comer con su padre.

Ese temor no acaba jamás, porque es parte de la estrategia del manipulador. Lo que le ocurra «será tu culpa», «tú me dejas sola, mientras te vas por ahí con tu padre» o «si te vas con tu madre me estás clavando una puñal en el pecho». Frases semejantes son las que utilizan los alienadores como chantaje emocional para hacer que sus hijos se sientan culpables. La intención, volver a convertirlos en los niños de ocho años que fueron.

LOS NIÑOS HAN CRECIDO

No quiero que mi mama me haga castigar a mi papaComo arranqué en este artículo, nunca me ha preocupado el rechazo empecinado de los profesionales de la psicología a los datos que la investigación nos ofrece, porque pronto comprendí que su incorporación era inevitable de manos de la realidad incontenible. El tiempo pone siempre a cada uno en su sitio, aunque bien es cierto que eso lo paga aquel que lo sufre y no es ayudado por los que tienen la obligación moral y laboral de hacerlo. Algunos niegan el problema directamente, otros de forma indirecta recomendando estrategias que la literatura hace años desaconsejó. Debemos asumir que una ciencia blanda como la psicología adquiere su estatus de falta de solidez gracias a los sujetos que la ejercen, tanto como gracias a aquellos que no se oponen a los primeros.

Hace más de cuatro años que el primer «niño» alienado vino a verme y me contó lo que sentía y cómo fue su infancia. Algunos de ellos han decidido cursar estudios de Psicología o Derecho; uno me eligió como su profesor de prácticas en el Máster de Ciencias Forenses que cursó y hace varios años que ejerce como perito en su propio despacho. Son un nuevo grupo de pacientes, niños secuestrados emocionalmente que, como una ola incontenible, derribarán los diques que la ideología y el conformismo ha impuesto a la realidad porque de lo que hablamos es de sus vidas, y nadie puede decirles a ellos que no han vivido lo que relatan. Lo siento por aquellos que nos insultaban cuando defendíamos hace una década la custodia compartida o la protección de los hijos para que no fueran utilizados en la disputa marital, pero el futuro es lo que tiene, tarde o temprano llega.